jueves, 11 de diciembre de 2008

4- DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE ESTADO DE LA REPUBLICA DE CUBA, FIDEL CASTRO RUZ

Los países industrializados le han robado en los últimos 40 años a América Latina un número de profesionales —no recuerdo con exactitud la cifra. Solo sé que el costo de la formación de esos profesionales, según una investigación realizada, fue no menos de 30 000 millones de dólares; se los llevaron sin pagar un centavo.

No son los graduados en las universidades de Estados Unidos los que van a Haití, a Centroamérica, a Suramérica, a contribuir al desarrollo de esos países con sus conocimientos.

Robando cerebros han despojado de muchas de las mejores inteligencias a este hemisferio, y hoy ya todo el mundo admite que la inteligencia, los conocimientos, la información son el factor fundamental del desarrollo. Se han llevado realmente muchos de los mejores, no han pagado un centavo; no crean que nos saquean solo a través de las altas tasas de interés, deuda pública, intercambio desigual, explotación brutal de la mano de obra barata de nuestros países.

Cuba no sufre eso en igual grado. Hemos logrado elevados niveles de educación; hemos sobrepasado a Estados Unidos, el país más rico del mundo en educación elemental; ya estamos por encima de ellos en el índice de mortalidad infantil, casi un 10% menos. Un índice mejor, sí, y, además, bien repartido en todas las provincias. En un momento ellos tenían un promedio de 10 por 1 000 nacidos vivos, ahora siete y tanto —este año no se sabe si será 7 u 8, está por precisar—, y este año precisamente es casi seguro que tendremos alrededor de 6,5, cuando parecía imposible bajar de 7. Es por todos esos médicos, por su consagración, por los trabajadores de la salud, por lo que hacen por salvar una vida.

Es por eso que digo que ningún país hizo la obra que llevó a cabo nuestro pueblo, más humana, más justa. ¡Ah!, pero nosotros somos, para millones de personas en el mundo, torturadores, violadores de derechos humanos, totalitarios. Sí, somos totalitarios, porque hemos establecido el totalitarismo de la justicia, el totalitarismo de un espíritu verdaderamente humano (Aplausos).

Democracia, pluripartidismo, ¿cuántos partidos quieren y para qué los quieren?, porque nosotros les podemos mostrar los que quieran. Les podemos mostrar alrededor de 7 u 8 millones de partidos.

Estoy hablando de un pueblo que sabe leer y escribir, y donde los jóvenes votan desde los 16 años, jóvenes que saben de política y que saben lo que hacen, hijos de un país donde los ciudadanos son los que postulan a los candidatos a delegados de circunscripción en asamblea libre y abierta, donde el Partido se tiene a sí mismo prohibido intervenir y también se lo prohíbe el sistema electoral; sistema que ese mismo Partido impulsó, y donde la Asamblea Nacional, producto final del proceso, está compuesta por casi un 50% de esos delegados surgidos directamente de la base primaria que es la circunscripción, lo que no ocurre en ninguna otra parte. Que lo investiguen en lugar de lanzar consignas huecas.

Como decía recientemente en una entrevista de prensa, hace muy poco, que nosotros teníamos la fórmula para aquellos que dicen que son disidentes: vayan a las asambleas donde se postulan los candidatos y a las elecciones donde los eligen, que si la Revolución pierde la mayoría, pierde el poder. Basta con que ganen. Que se postulen en una circunscripción, en la base, en la zona, porque las circunscripciones están divididas por zonas, los postulan en una o varias de ellas; que vayan allí donde se reúne el pueblo para que los postulen los ciudadanos, que vayan a las elecciones donde los elijan y no necesitan nada en absoluto para tomar el poder en este país. No es el Partido el que postula y pone en la lista, en las primeras posiciones, al que quiera elegir después de una somera investigación sobre el estado anímico de los electores, que les permite saber casi con exactitud matemática cuántos van a elegir y la dirección del partido dice: "Estos van a ser los tres diputados: el uno, el dos y el tres de nuestra lista." Eso no ocurre aquí.

Cualquier ciudadano tiene derecho a postular, a elegir y a ser elegido. Lo que necesita es únicamente mérito. No ocurre porque tenga equis suma de dinero, no porque pueda pagar toda la propaganda que se hace del mismo modo que se anuncia la Coca-Cola, el cigarro tal y más cual, la marca tal u otra de automóvil, que ustedes saben tiene una enorme influencia en el resultado final. Si no los tuviera, este mundo no gastaría un millón de millones de dólares en publicidad comercial cada año. Con los recursos que se gasta en uno solo de esos años sería suficiente para construir todas las escuelas que el mundo necesita y de óptima calidad, y con una pequeña parte de la cifra anual, darles alimento escolar a todos los niños que lo requieran y pagarles un salario decoroso a los maestros.

¿No le parece a cualquiera que razone que eso sería un poquitico mejor que gastar un millón de millones en propaganda venenosa y embrutecedora, para sembrar en la cabeza de miles de millones de humildes, de personas pobres, el sueño de un automóvil lujoso de la última marca, el reloj más exquisito que fabricaron en Suiza, las modas más elegantes de París, de Londres, de Nueva York y hasta con qué cuchilla afeitarse, qué refresco tomar y con qué televisor ver los programas?

¿Por qué se gastan un millón de millones? Porque el que no hace propaganda queda eliminado. ¿Por qué gana un candidato que tiene publicidad asegurada? O como dicen los mismos norteamericanos, se retiran porque nada más tienen 18 millones. La señora Dole, por ejemplo, se acaba de retirar, porque solo disponía de 18 millones y en cambio Bush contaba ya con alrededor de 70; se declaró vencida: Dieciocho no alcanzan y me voy para mi casa. ¡Esa es verdadera democracia! ¿Quién se atreve a cuestionarlo?

El dinero para publicidad y la publicidad para introducirle a la gente en la cabeza por quién tiene que votar, y para sembrarle en ella tan brillante y transparente idea política, hay que arreglarle, además, al candidato el peinado, la figura, seguir estrictamente las instrucciones de los creadores de imagen, escribirle los discursos que debe pronunciar y persuadir a las masas de su enorme talento de estadista y enormes virtudes morales para ser un gran presidente. ¿Quién elige verdaderamente en ese sistema? El dinero y la publicidad, esos son los grandes electores.

Tales electores no existen en este país totalitario; los grandes electores son los 8 millones de ciudadanos, desde los 16 años de edad, que, además, van a votar. En aquella superdemocracia están tan convencidos los ciudadanos de toda la basura y de toda la hipocresía que, si conscientemente no lo han intelectualizado, lo ven por instinto, y de tal manera aprecian el derecho a votar que el día de las elecciones se van para la playa, ejemplo increíble. Aquí, donde no es obligatorio votar, vota mucho más del 95% de los electores, y en algunos casos hasta el 98%, 99%, según la circunscripción, y gente que va a votar de verdad, algunos incluso para tachar la boleta o para escribir alguna cosa contrarrevolucionaria; pero los que van a votar, y a votar honestamente, son mucho más del 90% de nuestros electores.

Ustedes conocen cómo es el cubano. Si se dan el lujo de recibir públicamente las instrucciones de los funcionarios de la Oficina de Intereses de Estados Unidos, ¿qué, van a tener miedo a no votar? ¿Puede eso ser objeto de coacción en este país? No, el que conozca al cubano sabe que eso es absolutamente imposible.

¡Ah!, estos son unos descarados, los de la SINA. Les puedo decir que hoy tenían, por ejemplo, con motivo de la Cumbre, en su plan de sabotaje a la misma, tres reuniones con tres grupúsculos contrarrevolucionarios, en tres lugares diferentes en la capital, donde citaron a varios periodistas. Ahora, como ustedes saben, hay un enjambre de periodistas procedentes de todas partes. Muy bien, el periodista tiene interés, curiosidad en ir a un lugar o a otro a ver qué pasa, le avisan para que vea qué doctrina maravillosa están defendiendo. Bien, por supuesto, un funcionario de la SINA no podía faltar, un funcionario de otro país que no quiero mencionar porque, al fin y al cabo, no se dedican a lo que se dedica la SINA y pueden haberlo invitado; desde luego, había más periodistas que gusanos. Realmente de estos se reunieron 11, según me contaron los que los contaron.

Hubo dos reuniones más: una era de reflexiones sobre no sé qué cosa —debe haber sido sobre la inmortalidad del cangrejo—, que esperaban no sé a cuántos, y la otra... ni me acuerdo. Así que tres, finalmente a una fueron 11 y más periodistas que participantes; a otra fueron nueve y a otra fueron cinco. Vean qué arrastre, qué caudal de fuerza, porque saben que el pueblo está muy consciente de sus traidoras acciones. La SINA no ha podido disimular la desvergüenza con que ha trabajado ni el papel de estos cómplices en los planes contra la reunión iberoamericana.

Dicen que iban a desfilar con unos letreros. Nosotros tenemos los letreros de los cuatro o seis que provocaron un incidente contra los estudiantes preuniversitarios y tecnológicos que realizaban una fiesta en un parque y los exhibimos por televisión al pueblo y a todas las agencias de prensa para que los copien y los divulguen; de aquellos letreros lo que más nos decepcionó y nos indignó —si nos indignamos por algo— fueron las dos faltas colosales de ortografía en un letrero con cinco palabras. Digo: ¡Caballeros, qué vergüenza, después del esfuerzo tan grande que hemos realizado en este país para que la gente supiera leer y escribir bien!

¡Ah!, ¿quieren saber? El invento sugerido por sus preceptores yankis era desfilar recorriendo seis cuadras. Suerte que estaba la fiesta de los estudiantes por allí y estaban también los profesores.

Bueno, yo lo siento, no pude verlo, pero ya localizaron ayer a los cuatro —ustedes no sé si habrán seguido eso— que iban en un camión. Nosotros dijimos: "Vamos a localizar a los cuatro." Porque se dijo que alguien le dio un martillazo a una cámara de televisión de un reportero extranjero, y figúrense lo que van a decir, que le han entrado a martillazos al equipo de un periodista. ¡Nada!, el fascismo más crudo imperante en Cuba, alguien desde un camión le dio un martillazo a una cámara de televisión. Nos interesamos en saber con toda precisión quiénes eran, de qué camión se trataba, saber lo que pasó. Cuando yo hablé ante la televisión con las agencias de prensa habían pasado unas pocas horas, no pudimos localizar en tres horas el camión. ¡Ah!, pero ayer mismo, inmediatamente que vieron por televisión lo que se dijo, que queríamos localizar el camión, se presentaron el hombre del martillo, y dos compañeros que estaban a su lado, al ministerio donde trabajan, que es el Ministerio de Comercio Interior, cargan materiales. Se presentaron espontáneamente, estaban preocupados: "Fuimos nosotros, nos enteramos por la televisión y venimos aquí a explicar lo ocurrido."

Hoy les hicieron una entrevista por televisión a los cuatro, incluido el chofer del camión; eran los cuatro testigos que faltaban, creíamos que eran tres y fueron cuatro los que pasaron en el camión por el lugar del incidente. Contaron la historia de lo ocurrido y lo que hicieron. Y esta noche, alrededor de las 8:20 p.m. iban a trasmitir la entrevista para que no quedara nada sin publicar: el dueño del martillo y la versión de los que iban en el camión.

En este momento nosotros no sabemos nada, nos perdimos el episodio. Me alegro mucho más de haberlo perdido para poder conversar un poco con ustedes. Hablaron ya los cuatro, así que veremos mañana las opiniones. Aquí es por televisión. Se dice: "Por ahí no aparece nunca el que mató a alguien, no aparece nunca el que hizo una cosa grave contra un periodista." Aquí aparecen por la televisión en tiempo récord aquellos que están siendo imputados y sobre los cuales corren noticias por el mundo. Se investiga e interroga ante todo el pueblo.

Miré la hora, creo que me he extendido un poquitico (Risas), y les prometo que esto no dura más, ni puede durar mucho más. Tenemos, incluso, que ver algunas cosas. Estamos a punto de iniciar la Cumbre; a mí se me habían olvidado totalmente las cosas que tenía que hacer con motivo de la misma (Risas).

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