sábado, 21 de noviembre de 2009

ALAKRANA: SAKOZZY, SI ´ZAPATERO, NI BORRACHO, O HARTO DE VINO, QUE ES IGUAL

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Así acabó el rescate de ‘Le Ponant’

El Elíseo recibió con desazón la noticia de que el yate de lujo Le Ponant había sido secuestrado por un grupo de piratas en aguas de Somalia.

Pero al mismo tiempo, se presentaba una oportunidad de oro: demostrar que Francia es capaz de gestionar con éxito una operación de gran envergadura desde la concepción que Nicolas Sarkozy tiene de La République.

En Marsella se puso en marcha inmediatamente una célula de crisis para coordinar el conjunto de las acciones. Desde el primer minuto, el mensaje del Gobierno fue rotundo: no pagaría ningún rescate. Al mismo tiempo, se organizaron los recursos materiales y humanos de que dispone el país vecino en al zona.

Varios miembros del GIGN, el grupo de élite de la Gendarmería, fueron enviados a la base militar de Yibuti. Según el relato de los hechos de la agencia Reuters, parte del equipo se lanzó en paracaídas desde un aparato Trasall c-130. Los gendarmes fueron a parar al buque Commandant Bouan, que se había encargado permanentemente del seguimiento del yate.

En paralelo, el armador de Le Ponant se encargó de recoger 2 millones de dólares para pagar el rescate a la decena de piratas que retenían a su tripulación. El abordaje se produjo con barcazas o lanchas que no tenían la suficiente autonomía para llegar desde la costa, con lo que los especialistas dan por sentado que se tuvo que recurrir a una embarcación de mayor tamaño que hiciera de nodriza. Después de una semana de secuestro –con el barco a menos de dos kilómetros de la costa somalí, eso sí– el armador llegaba a un acuerdo con los secuestradores, y prometía un intercambio de dos millones de dólares por los treinta tripulantes (veinte de nacionalidad francesa y el resto ucranianos y filipinos).

Como es tradición en la piratería, el intercambio del rescate se produjo en un punto acordado en el mar. Una lancha de la armada francesa en la que viajaban tres miembros del grupo de élite de la gendarmería se encontró con otra embarcación pequeña con tres bucaneros a bordo. Allí es donde fue entregado el dinero.

Un pacto previo obligaba a que la tripulación estuviera, mientras tanto, a bordo de los botes del propio yate. Sólo después de que se diera el beneplácito, pudieron por fin enfilar rumbo a la fragata Jean-Bart.
A bordo del Ponant sólo quedaba el capitán, que debía devolver el barco a Francia después de tan desafortunadas peripecias.

Seguros ya de la victoria, los piratas abandonaron el yate camino a la costa, donde les esperaban dos vehículos todoterreno.Y allí es cuando entra en juego otro avión de fabricación francesa -el Atlantique 2- que se encargó de seguir de cerca a los vehículos y proporcionó los datos a los dos helicópteros donde viajaba el grupo de élite de la gendarmería.

Según el Elíseo, la operación de detención fue limpia: sin bajas ni heridos.
Los tiradores dispararon al motor de los vehículos,
mientras descendían los efectivos militares para detener
a seis piratas
y recuperar buena parte del botín.

Hasta aquí, el relato oficial del Gobierno de Sarkozy. Luego cabe preguntarse qué fue de la suerte de los otros cuatro bucaneros, pues fueron diez, como decimos, los captores de Le Ponant. La operación, obviamente, no fue ni fotografiada ni filmada. Como es tradición en el ejército francés, el hermetismo fue absoluto.

La firmeza del presidente francés, según los medios de comunicación, galos e internacionales, fue determinante para que todo saliera según lo previsto.

Nada que ver con el proceder de Zapatero aquí. Ni él ni su gabinete saben estar a la altura de las circunstancias. Ocurrió con el Playa de Bakio en 2008 y ahora con el Alakrana en el otoño de 2009

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