miércoles, 4 de noviembre de 2009

INCENDIO DE GUADALAJARA, 11 MUERTOS Y ESPERANDO AL PP, POR SI VIENE

de Internet
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NACIONAL

Incendio en Guadalajara
11 muertos y más de 150 millones de pinos quemados

Desde 1960 han ardido en España 6’5 millones de Hectáreas, es decir ha desaparecido la cuarta parte de la riqueza forestal de nuestro país.

Otro gran incendio en Riba de Saelices (Guadalajara) ha calcinado 13.000 hectáreas, más de 150 millones sólo de pinos, y se ha llevado por delante 11 vidas humanas. Si hace un año, el incendio de Riotinto (Huelva) arrasó 27.000 hectáreas, hoy, Saelices se ha convertido en la mayor catástrofe ecológica y humana de Castilla-La Mancha.

De nuevo estamos ante una pregunta que se repite una y otra vez ante cada catástrofe (Pretige, Carmel, Guadalajara) de esta naturaleza: ¿estamos ante una catástrofe imprevisible, producto de las condiciones climatológicas, como ha dicho la ministra Cristina Narbona, que ha declarado que “ningún medio habría podido detener el fuego”? ¿O estamos ante una catástrofe evitable en la que a las condiciones naturales se suman la responsabilidad de quienes tendrían que tomar medidas para prevenir los incendios, y si se producen limitar al máximo su extensión y sus consecuencias ecológicas y humanas? Y en todo caso ¿qué hay que hacer? Porque una cosa sí está clara –como decimos en el editorial de la pág 3– el fuego, como el agua, no se puede utilizar para enfrentar españoles contra españoles.

¿Se pudo evitar?

Es la opinión generalizada entre los habitantes de las comarcas azotadas por el fuego. Como decía el teniente de alcalde de Luzón, Javier López, “se percibió falta de medios desde que comenzó el incendio sobre las tres del sábado. Los medios aéreos empezaron muy tarde y los medios terrestres eran muy escasos, sobre todo en los primeros momentos del incendio, que es cuando hay que pararlo.”

La falta de medios suficientes para la naturaleza y envergadura del incendio, la falta de coordinación entre las diferentes administraciones convirtieron el incendio en tragedia humana y catástrofe ecológica. Ahora, a medida que se van conociendo datos, esto es aún más esclarecedor al saberse que varios medios aéreos dispuestos por el Gobierno no pudieron actuar por averías que habría de achacar al estado de conservación. Falló un helicóptero por problemas con la bolsa de agua, o el hidroavión de la base de Los Llanos en Albacete por la rotura del tren de aterrizaje. No el inicio, sino su transformación en tragedia, es lo que cada vez está más claro que sí se pudo evitar.

Ni los medios, ni los responsables políticos, la ministra Cristina Narbona y la Consejera de Medioambiente de Castilla-La Mancha, Rosario Arévalo, han estado a la altura del riesgo que soporta nuestro país para poder conservar nuestro patrimonio medioambiental. Ésta porque dimite diciendo que todo se hizo bien. La ministra por apuntarse a que “ningún medio podría haberlo evitado”. No puede ser el momento de las justificaciones. ¿No es el momento de preguntarse si los medios son suficientes y en qué estado de conservación están?

Un año después la sombra de Riotinto vuelve a planear con toda su carga de catástrofe para constatar en la Riba de Saelices que todo sigue igual: falta de prevención, falta de medios técnicos, errores de coordinación entre las diferentes administraciones y falta de medios humanos suficientes y suficientemente preparados. Riotinto (27.000 Ha.), Saelices (13.000 Ha.), Cáceres (12.000 Ha.), no son “un castigo de la naturaleza”, sino de unos gobiernos y unas administraciones que no están a la altura para hacer frente al reto de proteger un patrimonio y unas fuentes de riqueza que soportan un alto riesgo por las propias condiciones naturales de nuestro país. ¡Pero ahí es donde hay que verles!, porque para desfilar en las fiestas no se necesitan gobernantes.

Alternativas: de apagar a prevenir

Todos coinciden, expertos, organizaciones ecologistas y la gente del campo: “Ahora no se trata de poner medidas para salir del paso y acallar a los damnificados. Se trata de una vez por todas de cambiar la estrategia de lucha contra el fuego. Pasar de la “cultura del fuego”, basada en dedicar los recursos a medios para apagar los incendios, a la “cultura de la prevención”, poner todos los medios para prevenirlos y, en caso de que estallen evitar que se conviertan en tragedias humanas y ecológicas.

La ministra Narbona, bajo la enorme presión de la tragedia, ha anunciado 20 millones de euros cada año para dotación de medios aéreos contraincendios; Zapatero ha prometido retenes profesionales. Pero estas medidas aisladas de un plan general preventivo no resolverán el problema.

Hay que establecer un plan general de prevención de incendios para el conjunto del país, que parta de considerar la conservación del patrimonio medioambiental como un bien común, fuente de creación de riqueza, bienestar y calidad de vida.

Y hay que establecerlo dotándole de medios adecuados al alto nivel de riesgo (altas temperaturas, vientos cálidos, el grado de humedad) al que está sometido; también por la actuación de los individuos.

-“Apagar los incendios en invierno”, es decir mantener todo el año la limpieza de los bosque y las tareas de cortafuegos, etc.

-Transformar los actuales retenes forestales precarios en auténticos retenes profesionalizados durante todo el año.

-Establecer todos los mecanismos de solidaridad, coordinación y cooperación entre las nacionalidades y regiones, y de éstas con el Estado.

-Llevar a cabo repoblaciones mixtas, con especies autóctonas que funcionen como cortafuegos naturales.

-Medidas duras contra los pirómanos especuladores, y pirómanos ocasionales.

La catástrofe ecológica

“Tres cosas tiene la Riba de valor sin igual: el Valle de los Milagros, la Cueva de Casares y la Virgen de Armallak. Sólo la Virgen se ha salvado, por ahora, de la mayor catástrofe humanitaria y ecológica ocurrida en Guadalajara. Más de 13.000 hectáreas quemadas, más de 150 millones de árboles quemados sólo en pinos resineros.

El incendio declarado en el término municipal de Riba de Saelices (Guadalajara) ha arrasado una zona de gran valor medioambiental, afectando al Parque Natural del Alto Tajo, una de las áreas con mayor biodiversidad no sólo de Castilla-La Mancha sino de España. De Soria a Cuenca, pasando por el monte ahora calcinado, se encuentra la mayor masa forestal de la Europa Comunitaria, dejando a un lado los interminables bosques nórdicos. Miles de kilómetros cuadrados de pinos, con abundancia del pino resinero, sabinas, enebros, encinas..., alternando con sembrados de cereales, pequeñas zonas de pastos.

Una decena de municipios han quedado arrasados por el fuego, entre ellos: Luzón, Ciruelos del Pinar, Santa María del Espino, Tobillos y Cabanillas del Campo, en los que el crecimiento económico que se había producido en los pueblos de alrededor quedará en gran parte cortado.

Expertos y asociaciones ecologistas valoran el impacto medioambiental muy grave tanto a corto como a largo plazo. Según Rafael López, coordinador de Amigos de la Tierra, “a corto plazo, además de los daños obvios, el principal problema es la pérdida de 8.000 hectáreas de “sumidero”(depuradoras de aire) necesarios para la política ambiental del Plan de Kioto, ya que un 2% de los gases que el Plan obliga a reducir, se iban a frenar a través de éstos”. María Ángeles Nieto, de Ecologistas en Acción, pone el acento en las consecuencias de “la erosión y arrastre que se producirá en la zona incendiada. Y no sólo las consecuencias para la flora, sino para la fauna: el buitre leonado, el ciervo, el tejón o la comadreja se han visto afectados por este incendio, sobre todo, teniendo en cuenta que es la época de cría y que supondrá la desaparición de miles de nuevas generaciones de mamíferos y demás especies”.

F. Murcia

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